Tuesday, April 13, 2010

La felicidad se ha fugado pero permanezco.

Días que pasan y pasan. Esperando una migaja de tu mesa que no cae. La saliva se escurre de mi boca hambrienta y me parece percibir los aromas de cenas que has consumido. Ahí los restos. Ahí todo lo que podrías, acaso algo, acaso algo de ello será para mi.

Retorcijones de hambre. Hambre que crecer y crece y evoco los olores y el estomago colapsa en el vacío. Pero subsisto del mismo aire que sale de tu boca, persisto en repisar el suelo que has tocado. Pero estoy famélica. Los huesos han empezado a dolerme y ya no hay grasa que me abrigue. Tengo tanto frío. Frío que ajusta mis articulaciones. Es una rigidez sin nombre. La oscuridad que ciega mis ojos es dolorosa. Busco la luz aunque no deseo ver nada. La busco porque temo estar ciega. Me da tanto miedo no poder volver a ver y quedarme para siempre entre esta niebla donde he sido olvidada. En una orilla de mundo por la que nadie navega.

1 comment:

Anonymous said...
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