Friday, December 12, 2008

La presentación de Simón ante la dama.




Inspirado en Nicolas Peycere - La casa del placer

Él tiene puesto un pantalón de jean azul oscuro, es largo y recto, le roza los zapatos. Lleva un cinturón con hebilla de bronce y una camisa con rayas y bordada pulcra, con hilos de algodón, como repujadas, sus iniciales en el bolsillo. Tiene la chaqueta de cuero, pesadas costuras unen las partes y un cierre metálico como una camino de dientes sube por su pecho. Tiene las barbas sin afeitar de hace dos días, los dientes muy blancos. Tiene la melena ensortijada y algún producto aglutina sus crespos; las llaves de latón en el bolsillo con sus pasos se encuentran entre sí y provocan un cuchicheo provocativo. Tiene en el fornido cuello una cadena de esclavas muy amplias, en el antebrazos asoma un reloj, en los dedos sólo un anillo plateado y parece una trampa metálica sobre la garra. Tiene los zapatos de suelas gruesas y burdas. ¡Así celebra el espectáculo de ser hombre! Cerca de él, por el suelo, hay desparramados papeles y polvo mugroso.

Las maneras de Simón. Que lleva puesto un jean negro y liso. Que toca sus barbas crecidas de anteayer y además sonríe. Que agita la cabeza de melena muy crespa. Que se ha puesto una camisa con dibujos azules, y en los antebrazos escondido un reloj y tiene en un dedo de la mano izquierda un anillo que parece una trampa que apresa la garra. Está perfumado con olores de humo. Cerca en él en el suelo, hay botados pedazos de papel y polvo mugroso. En el cielo un águila grande y vistosa se ha elevado hacia las cumbres. Bandas de golondrinas revuelan sobre una bandera que agita el viento. Y el deseo: se percibe su enigma, es un perder la boca y la mente, para una lucha falaz, para iniciar un rito solemne. Él peina y despeina su pelo negro, por costumbre tuerce la mano al hacerlo, se ven los brillos de un reloj que a veces se esconde.

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